Una elección sin pueblo: ¿Democracia o montaje político?

Mientras el gobierno celebra una supuesta «elección histórica» del nuevo Poder Judicial, la realidad es tan cruda como el silencio de las urnas: 87 millones de mexicanos no participaron. De los más de 99.5 millones registrados en el padrón electoral, solo el 13% acudió a votar. Y de ese pequeño porcentaje, muchos fueron acarreados, manipulados o simplemente llegaron al centro de votación con “acordeones” dictando por quién debían marcar la boleta.
¿Esto fue una elección ciudadana? Para muchos, no. Fue un espectáculo político disfrazado de democracia, donde el poder se recicló a sí mismo, ahora con toga y mazo.
El abstencionismo no fue apatía: fue un grito de hartazgo y desconfianza. Porque no hubo voto libre ni informado. Hubo propaganda masiva, operación clientelar y simulación. Todo menos garantías reales para un proceso democrático.
Este intento de democratizar la justicia terminó como una captura institucional a plena luz del día. No se eligieron jueces: se impusieron piezas. Y cuando el origen es ilegítimo, el resultado no puede llamarse justicia.
El silencio de esos 87 millones es el verdadero mensaje: así no se construye un país justo, así se fabrica el autoritarismo.



