San Raymundo Jalpan, Oax. – En un desfile de cifras dignas de un cuento de hadas, la Secretaria de Turismo de Oaxaca, Saymi Pineda Velasco, presentó ante el Congreso estatal su versión de un estado turístico transformado, en el marco de la Glosa del Segundo Informe del Gobernador Salomón Jara.
Entre cifras espectaculares, destacaron los 6.1 millones de visitantes que llegaron entre octubre de 2023 y septiembre de 2024, una derrama económica de más de 21 mil millones de pesos y una ocupación hotelera promedio del 44.10%. Todo parece indicar que Oaxaca va viento en popa… al menos sobre el papel.
Según la secretaria, el turismo local está “transitando hacia la modernidad” gracias a obras como la autopista Barranca Larga-Ventanilla, cuyo flujo vehicular alcanzó más de un millón de unidades. Lo que no quedó claro es cómo este número mágico se traduce en mejoras tangibles para las comunidades que viven al margen de esta “modernidad” turística.
Durante el famoso “Julio, mes de la Guelaguetza”, se reportó una ocupación hotelera del 82.72% y una derrama económica que creció un 20.65% respecto al año anterior. Pero mientras los turistas disfrutaban de la gastronomía galardonada y las danzas tradicionales, ¿quién se encarga de los servicios básicos y la precariedad que enfrentan muchos de los involucrados en estos eventos?
Ah, y qué decir de los múltiples reconocimientos internacionales que Oaxaca recibió por su gastronomía y turismo sostenible. No cabe duda: entre las Estrellas Michelin y los premios de México Desconocido, parece que los platillos oaxaqueños tienen más brillo que las calles de muchas comunidades que no ven un peso de esta derrama económica.
Claro, también se destacó la participación de Oaxaca en ferias internacionales como la de Madrid y la de Colombia. Lo que no se mencionó fue el presupuesto gastado en estas participaciones y cómo se justifican frente a las necesidades básicas de un estado donde muchas comunidades todavía carecen de infraestructura básica.
Pero no se preocupen, porque según la Secretaria, todo esto se está logrando con “desarrollo económico, sustentabilidad y respeto por la identidad cultural”. Suena bien, ¿verdad? Lástima que los números no siempre cuentan toda la historia.
