En un esfuerzo por contener las caravanas migrantes que partieron de Tapachula hace semanas, el Gobierno mexicano ha implementado una estrategia que incluye el traslado masivo de personas en autobuses hacia estados lejanos de la frontera norte. Michoacán y Guerrero han sido algunos de los destinos de esta iniciativa, que busca desmantelar las caravanas antes de que alcancen Ciudad de México.
Esta semana, ocho autobuses con al menos 300 migrantes llegaron a Acapulco, Guerrero, mientras otros siete transportaron grupos a Morelia, Michoacán. La Secretaría de Gobernación y el Instituto Nacional de Migración (INM) ofrecieron visas humanitarias a cambio de aceptar estos traslados «voluntarios».
Según activistas, esta política, presentada como un acto humanitario, funciona más como una táctica de desgaste. Eunice Rendón, de Agenda Migrante, señala que “el objetivo no es solo contener, sino también disuadir. Las largas esperas para visas, la falta de recursos y el riesgo de detenciones generan desesperación entre los migrantes”.
Presiones de Estados Unidos, pocas opciones para México
El gobierno de Claudia Sheinbaum enfrenta un fuerte reto migratorio, acentuado por la reciente victoria electoral de Donald Trump. Con políticas más estrictas en el horizonte, México ha reducido un 75% el flujo de migrantes hacia el norte, pero el costo humano ha sido alto.
Desde el verano, Estados Unidos permite la solicitud de visas humanitarias a través de la aplicación CBP One, pero la saturación del sistema ha extendido los tiempos de espera hasta ocho meses. Mientras tanto, miles de migrantes permanecen varados en México, expuestos al crimen organizado y a condiciones precarias.
«De la frontera norte a Mérida»: abandonos y denuncias
Casos recientes han expuesto el modus operandi de las autoridades mexicanas. Grupos de migrantes han denunciado traslados engañosos: prometidos en Ciudad de México, terminan abandonados en Mérida, Yucatán, o incluso devueltos al sur, como en Tabasco.
“México no tiene convenios de extradición con varios países, lo que agrava la situación. Además, con un presupuesto migratorio reducido para el próximo año, la situación parece insostenible”, advierte Rendón.
Cifras alarmantes y el futuro inmediato
Entre enero y agosto de este año, más de 925,000 personas ingresaron de manera irregular a México, duplicando las cifras del año anterior. Las organizaciones humanitarias prevén que el flujo aumentará en los próximos meses, con caravanas de hasta 1,200 personas avanzando hacia Oaxaca y más allá.
El gobierno mexicano, atrapado entre las exigencias de Estados Unidos y la creciente presión interna, deberá decidir si continúa priorizando la contención o si adopta políticas que brinden soluciones reales a la crisis migratoria.