OAXACA, Oax. 3 de diciembre de 2024. En un evento encabezado por la titular de Comunicación Social, y la secretaria de las Mujeres, Anahí Sarmiento Pérez, el Gobierno de Oaxaca reafirmó su compromiso con la Cero Tolerancia frente al hostigamiento y acoso sexual en la administración pública. El pronunciamiento busca erradicar cualquier forma de violencia hacia niñas, adolescentes y mujeres, promoviendo capacitación, prevención y sanción en los entornos laborales gubernamentales.
Sin embargo, esta declaración, presentada como un avance hacia la equidad y el respeto a los derechos humanos, contrasta profundamente con la realidad que se vive en diversas dependencias estatales.
Acusaciones que desnudan el doble discurso
Mientras se promueve un discurso de protección y transformación, figuras clave del gobierno han sido señaladas por cometer precisamente los actos que este pronunciamiento dice combatir:
- Donato Vargas, delegado de La Paz: Acusado públicamente de acoso y hostigamiento, sigue siendo una pieza fundamental en el engranaje gubernamental. A pesar de las denuncias en su contra, no hay avances en la investigación ni sanciones visibles.
- Monte de Piedad y otras dependencias estatales: Se han registrado múltiples denuncias de acoso y violencia laboral contra empleados y directivos, sin que estas situaciones sean atendidas con seriedad o transparencia.
Estas situaciones reflejan una incongruencia alarmante entre lo que el gobierno dice y lo que realmente hace. Las denuncias se acumulan, pero las víctimas se enfrentan a la indiferencia de las autoridades, lo que perpetúa un sistema de impunidad y desigualdad.
¿Un evento para la foto?
El gobierno se lava las manos con pronunciamientos y eventos públicos que buscan mejorar su imagen ante la ciudadanía, pero las acciones concretas brillan por su ausencia. Mientras se firman comunicados con palabras como «cero tolerancia» y «perspectiva de género», las instituciones continúan siendo un espacio hostil para las mujeres.
El problema no está solo en los agresores, sino en un sistema que permite y normaliza estas conductas, mientras utiliza el discurso de los derechos humanos como un escudo político.
¿Transformación o simulación?
El Gobierno de la Primavera Oaxaqueña se comprometió a «poner a las mujeres en el centro de la transformación», pero la realidad demuestra que, en muchos casos, son relegadas y silenciadas. Si este gobierno realmente quiere transformar la historia, debe empezar por limpiar su propia casa y actuar con firmeza contra los agresores en sus filas.
Mientras tanto, las víctimas siguen esperando justicia y las palabras del gobierno se pierden en el eco de un sistema que todavía no las escucha.
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